Yo soy Aníbal Barca. Y tu no.
Yo soy el hijo de Amílcar Barca, de la familia Bárcida, la más poderosa de entre las cartaginesas. Yo soy la pesadilla de los romanos, vencedor en Cannas, Trebia, Trasimeno..
Y heme aquí, honrado y amparado por la diosa Baal, que puedo observar los devenires de la humanidad desde mi mística morada. Y he podido ver vuestra decrepitud, el decaer del valor y el ímpetu guerrero que construyeron los imperios que, con el tiempo, habéis degenerado en vuestra pusilánime civilización. Y he aquí que un día observé a dos de vosotros tratando de emular mis gestas ante un tablero, en un cubículo ridículamente ornamentado que hacéis llamar “Activas”.
La todopoderosa Baal, viéndome transido intentando comprender lo que sucedía sobre aquel mapa de extraño papiro, transportó mi alma al cuerpo de uno de los dos jugadores imbuyendo en mi las mecánicas y procederes de tan extraño juego. Más de dos mil años después, volvía a estar al frente de mis huestes.
Abrí mis ojos de nuevo al mundo de los vivos y en silencio miré a mi contrincante. Me devolvió la mirada, desafiante, soberbio, con una ligera sonrisa ladeada. El juego pasó a ser el protagonista. Observé la situación sobre el mapa y en mi mente llovieron los recuerdos. Roma tiene el control del mar Mediterráneo, por lo que cruzarlo para realizar una invasión marítima es poco menos que suicida. Mentalmente tracé un plan general: de nuevo cruzaría los Alpes con mis elefantes, Mago, mi general más capacitado para la guerra naval, se ocuparía de suministrarme refuerzos africanos desembarcándolos en Hispania. Asdrubal, mi hermano, guardaría la península ibérica.
Primer turno. Los cónsules romanos de este año son dos inútiles, Publio Escipio y Tiberio Longus. Cada año, cada turno en el juego, el romano ha de escoger al azar 2 nuevos cónsules pero antes de ello puede escoger uno de los antiguos para procónsul, disponiendo así de tres generales sobre el tablero. Francamente este cambalache romano no me importa pues todos los cónsules romanos son unos inútiles. Juego la carta “Marchas Forzadas” y avanzo rápido hacia Italia. El romano juega carta y consigue hacerse políticamente con los puertos de Idubea, en Hispania. Tengo que decidir si parar mi avance u ocuparme de expulsarle de Hispania primero. ¡Por Baal, la gloria esta mas allá de los Alpes! Avanzo y cruzo los procelosos collados alpinos con la ayuda de tribus locales, pero aún así sufro dolorosas pérdidas en mi ejército. Todo volvió a comenzar…
La partida fue ganando intensidad y absorbió mi espíritu por completo. Publio Escípio dejó Italia y desembarco en Idubea, Asdrúbal lo detuvo cerca de Sagunto y acabó con el tal como aconteció dos mil años antes. Avancé por la península itálica tomando Samniun, Lucania, Galia Cisalpina… Las cartas de evento me transportaban al pasado: la toma de Tarentum, Capua cartaginesa, Sofonisba, la caballería de Maharbal, la rebelión de Siracusa… Cada batalla me resultaba un excitante reto por su curioso mecanismo, jugando cartas como “flanco izquierdo”, “ataque frontal”, “doble envolvente” que debían ser replicadas debidamente por el contrincante.
Pero he aquí que tampoco en esta ocasión obtuve la victoria. De nuevo el hijo de Publio Escipio, Publio Cornelio Escipión, mi némesis, fue el culpable de mi debacle. Mi derrota ante el en Mútina acabó con mis posibilidades de victoria. Levanté la mirada asombrado hacia aquel humano que, sin el saberlo, había derrotado al más grande general de Cartago y de la historia.
-“!Pero nunca serás una leyenda, nunca serás Aníbal Barca!”
¡Que voluble es el azar, oh Diosa Baal, que bondadoso con los ignorantes!. Y de nuevo sentí mi espíritu volar hacia su eterna morada.
¡Cuán gratificante viaje he de agradecer a Marte! Por Castor y Polux, que nunca imagine tal fantasía, poseer un cuerpo humano para remedar mis grandes glorias sobre un tablero. ¡Volví a sentir la sangre correr por mis venas, volví a sentir el ardor de la batalla, volví a ser Publio Cornelio Escipión Africanus!! Magnifico juego este “Anibal: Roma vs Cartago”!. Que lastima que mi contrincante no haya estado a la altura…
“!Carlos, Luis, eeeeeooooo! ¡Despertaad, que os habéis ido!”
“Ufgggg, joder … yo no vuelvo a jugar a la mierda esta… no se ni lo que he hecho, que dolor de cabeza”
“Lo mismo te digo, anda y que le den al Aníbal este… Bueno, qué..¿mañana repetimos?”
“!Hombre, por supuestum! Yo Cartago esta vez”
Genial, como siempre